CARTA PERDIDA DE MAL A ALINA - SOMBRA Y HUESO


ENCONTRADO CERCA DE LA FRONTERA NORTE DE RAVKA





Alina.


He estado mirando tu nombre por casi una hora. Odio tratar de alcanzar mis pensamientos de esta manera, cazando por las palabras. La pluma se siente rara en mi mano. Hace que me piquen los dedos.


Pero mejor me pongo a ello. Ya es tarde, ya paso el toque de queda, ningún sonido más que los ronquidos. Dubrov balbuceando en sus sueños, y el viento, envolviendo las delgadas paredes de la tienda, arañando por entrar. Los suministros son escasos y he desperdiciado la mayoría del aceite en la lampara sentado aquí, mirando tu nombre.


Estamos a dos, tal vez 3 millas al Sur de la frontera de Fjerdan, adentrados en el Permafrost. Pensé que conocía el invierno, pero el frío aquí es algo totalmente diferente. Se mete en tu cabeza.


No ayuda que estemos rastreando a una criatura de la que nadie esta seguro que exista, que nadie nunca ha logrado ver. Debiste haber visto a nuestro capitán cuando dijo que teníamos nuevas órdenes, que nos uniríamos con otra unidad para rastrear el ciervo de Morozova. Ninguno de nosotros pudo tener una cara seria, y cuando finalmente regresamos al cuartel, Mikhael se rio tanto que pensé que se podría romper algo. “¿Vamos a rastrear hadas después? ¿Khitkii? ¿Duendes?” Nadie se ríe ahora, no desde que llegó el invierno.


Los primeros dos meses no fueron tan malos. Nos encontramos con los otros rastreadores al Sur de Ulensk y los seguimos al Este, de regreso al Sur rodeando el Petrazoi. Algunos se tomaron en serio la cacería. Otros no. Vimos hierba cortada en partes donde lo demás estaba intacto, huellas que no venían de ninguna parte, incluso rastros. (Así es, vimos excremento del ciervo mágico. Mikhael piensa que deberíamos recogerlo y venderlo como un cura-todo. No estoy totalmente seguro de que sea una mala idea. O tal vez el frío realmente me esta volviendo loco.) Pero nadie ha visto realmente al ciervo. Aún no.


Aparentemente ha habido unidades asignadas a rastrear la manada por años, dependiendo de que tan chiflado este el Rey actual o El Oscuro. Ahora El Oscuro quiere que los esfuerzos se intensifiquen. Los rumores dicen que quiere el ciervo para ti. Las órdenes llegaron y, por locas que parecieran, estábamos felices de irnos, de alejarnos de Kribirsk y de poner algo de distancia entre nosotros y La Sombra.


Nadie ha sido el mismo desde el ataque en el bote. El recuerdo sigue demasiado claro en mi cabeza - recargado de espaldas en la cubierta, con el cuerpo entumecido, dándome cuenta de que la humedad que se acumulaba debajo de mí era mi propia sangre, y luego tu cara iluminada por esos últimos destellos de la luz Grisha antes de que todo se volviera blanco. No hablamos mucho de eso, por eso nadie se queja de que apague la lampara. La mayoría de nosotros no podemos dormir sin que haya una encendida. Incluso durante el día veo a la gente caminando encorvada, encogiendo el cuello como si tuvieran miedo de que algo les llegue desde arriba.


Todos piensan que por eso me volví más reservado, que no puedo dormir, que no tengo apetito. Pero no es a los Volcra a quienes veo cuando cierro los ojos.


Necesito dormir. No me puedo permitir no estar alerta mañana. Este no es un lugar que tolere errores. Old Kovac solía decir que tienes que tener una intuición para rastrear, que la tierra te hablaba o no lo hacía. Bueno, esta tierra habla y cuando lo hace, aulla tan fuerte que no puedo escucharme pensando. Grita con el peso de la nieve, la prisa del viento.


Ese viento, en el momento en que pisas afuera de la tienda, te atrapa, hambriento, se abalanza sobre cualquier pedazo de piel expuesta, tomando cualquier destello de calor y escupiéndolo de nuevo hacia el miserable cielo gris.


Un par de semanas atrás fuimos atrapados en una ventisca. Cuando una tormenta pega de esa manera, fuerte y rápida, tirando todo desde el norte, los guías la llaman Gruzeburya, La Bruta. Sabíamos que borraría cualquier rastro de la manada, pero no hay manera de viajar en algo así, así que acampamos y esperamos. Pasado un rato, Pilkin salió a orinar y no regreso. Para entonces estaba oscuro, y la tormenta estaba sobre nosotros. Todo lo que podías ver era la nieve. Ponías un pie fuera y de pronto era como si estuvieras en el medio de la nada, como el campamento que acababa de desaparecer.


Nos atamos con ropas y trapos entre nosotros y salimos a buscar a Pilkin, yendo de tienda en tienda. Gritamos hasta quedarnos roncos. Nada. Finalmente nos dimos por vencidos, y todos regresamos a nuestra tienda, temblando del frío, aferrándonos a los finos y congelados trapos. Pensamos que Pilkin se dirigió en una dirección incorrecta, y se alejó del campamento. Pero la mañana siguiente, lo encontramos junto a la tienda. Estuvo ahí todo el tiempo, probablemente a poca distancia de nosotros, a pocos pasos del refugio. Seguramente pasamos justo a lado de él, nuestras voces ahogadas por el ruido del viento.


Así es como es este lugar. Puedes sentir el frío esperando, paciente, a que tengas un paso en falso. Comienza a desgastarte. Cada mañana Mikhael hace la misma broma estúpida de cual parte de su cuerpo se congelará en la noche. Puedo verte volteando los ojos a eso, frunciendo el ceño y diciendo “Eres el único que la extrañará, miserable zoquete”. Esto va a sonar ridículo. Al demonio. Extraño cuando frunces el ceño.


Necesito dormir pero se que no lo haré. No puedo parar de ver la mirada en tu rostro aquel día en la tienda Grisha, el miedo y la confusión la sangre goteando de tu brazo. Él te corto, Alina. Vi el cuchillo en su mano. ¿Cuántas veces más te ha cortado desde entonces? ¿Cuántas veces te ha lastimado? ¿Cuántas veces he fallado en detenerlo? Se que si estuvieras sana y salva escribirías.


Estoy seguro que habrá una carta esperando por mi cuando finalmente lleguemos a Chernast, lo siento en mis entrañas, pero todo lo que encuentro son rumores, cada uno más loco que el anterior. Las personas te llaman una santa o un fraude. Dicen que has sido asesinada, encarcelada, prometida a un príncipe de Lantsov. Dicen que hay celdas debajo del Pequeño Palacio, lleno de desertores, que El Oscuro tiene un grupo secreto de Corporalki entrenados en tortura para mantener al Segúndo Ejercito a raya.


Pasamos por un pueblo antes de que entráramos a Tsibeya. Construyeron un pequeño altar ahí, pintado en azul y dorado, repleto de regalos para la Sun Summoner, para ti. No se que pensar de todo. Se lo que vi en La Sombra, en la tienda Grisha, luz saliendo de tu piel, tan brillante que era difícil de mirarte, brillando como una estrella. Eras una cosa y luego eras otra. Eras Alina, y después no te conocía para nada.


Han pasado los meses y aun no se de ti. He hecho pedidos formales, pedidos informales. Traté de hablar con una Grisha en Chernast, una Heartrender de alto rango llamada Koh. Le pregunté si ella tenía alguna noticia real, si podía hablar contigo. Se rio en mi cara. “No se los asuntos de El Oscuro”, dijo, “Y no pregunto”. Cuando pedí al capitán si podía escribir a la capital en mi nombre, todo lo que dijo fue “Mantén el perfil bajo y haz tu trabajo, Oretsev”. No, eso no es del todo verdad. Antes de que me rechazará, preguntó, “¿Qué es ella para ti, de todas formas?”, No supe que responder.


Sigo viendo esa sentencia de sangre arrastrándote a través de la multitud mientras yo me quedaba allí como un tonto. ¿Qué hubieran hecho si corría tras de ti? ¿Dispararme? ¿Detener mi corazón? ¿Dejarme decir algún tipo de adiós?, nunca lo sabré. Porque cuando finalmente me recuperé, no empecé a gritar o soltar golpes. Volteé a ver a mi superior y, mientras te llevaban lejos, traté de dar una explicación.  Hice mi caso respetuosamente, razonablemente, como el buen soldado que soy.


Esa no puede ser la última vez que te veré. Cuando ese pensamiento viene, cuando es tarde como ahora y la lampará alumbra poco y la flama empieza a apagarse, siento cada hueco vació en mí y el viento sopla a través. Siento lo débil que soy, como todas las cosas que pensé que eran fuertes y enteras, solo eran sostenidas por ti.


¿Qué es ella para ti, de todas formas? Ella es mi respuesta, Capitán. Ella es la que hace todo mejor, los abrigos raídos, y las botas viejas, las armas que se atascan cuando más necesitan que dispares, la soledad de saber que no importas, que nunca vas a importar, el hecho de que eres solo otro cuerpo, otro uniforme para ser enviado a La Sombra, otro chico bueno que sabe su lugar, que hace su trabajo, que no hace preguntas, que se tumbará y morirá y será olvidado. ¿Qué es ella? Ella es todo, maldito hijo de perra.


Alina. Quiero salir a caminar, desafiar la nieve y el Permafroost e ir hacia el Sur por ti. ¿Sabes por qué no lo hago? No estoy asustado de la oscuridad o del frío. Ni siquiera estoy asustado de ser llamado desertor. Estoy asustado del momento cuando me paré en las puertas del Gran Palacio, rogando por entrar. Se que podría rogar, y gritar y llorar toda la noche hasta que los guardias me lleven lejos o pongan una bala en mi frente solo para callarme, y esas puertas seguirían sin abrirse. Podría estar así de cerca, y tú nunca lo sabrías. Como Pilkin, gritando en la oscuridad.


Hice algo estupido esta mañana. (Casi puedo oír tu voz en mí oído “¿Por qué está mañana sería diferente?”). Hace unos días nos metimos en una escaramuza con una patrulla Fjerdan. Fuera de aquí no sabes si estas lidiando con un amigo hasta que te encaras con ellos. Ellos tienen rifles, y todo lo que nosotros tenemos son nuestros viejos mosquetes. Fue un milagro que saliéramos de ahí y fue solo porque los superábamos en número. Maté tres hombres, dos con un rifle, uno con un arco. El Capitán nos hizo tomar sus uniformes.  Despojamos sus cuerpos ahí en la nieve. Incluso si queríamos enterrar sus cuerpos, el suelo era muy duro, así que los dejamos para los lobos.


No fue difícil imaginar lo que el Capitán estaba planeando. El ciervo se mueve al norte, pasando la frontera de Fjerdan. Quiere que crucemos, derecho al territorio enemigo y traer el ciervo. Esta mañana ofreció doble paga para quien se ofreciera como voluntario, pero antes de que siquiera terminará mi mano ya estaba alzada. No recuerdo que dije, solo que el Capitán me dio unas palmadas en la espalda. Después Mikhael se ofreció y Dubrov también. No creo que hubieran dicho una palabra si yo no hubiera abierto mi gran boca, con o sin doble paga. Siempre me advertiste que eran idiotas, pero estoy contento de que no iré solo.


Es un plan estúpido. ¿Qué tan lejos de Fjerdan espera que lleguemos?, E incluso si encontramos el ciervo, nuestras ordenes son divisar y capturar el ciervo, no matarlo. ¿Cómo se supone que regresaremos a la frontera sin ser vistos? El Capitán no esta pensando claro. Está desesperado por llegar al Sur, para regresar a Chernast y sentarse en una fogata. Supongo, estoy desesperado también, porque mañana me pondré la ropa de un hombre muerto y cruzaré la frontera. El Oscuro quiere el ciervo. Lo quiere para ti, así que lo encontraré. Es lo único que aún te puedo dar. La única cosa.


Casi sin aceite. La flama se está apagando y creo que ya no queda mucho por decir. No estoy seguro de porque me moleste en escribir esta carta. Estamos lejos de cualquier postal y tal vez nunca tenga la oportunidad de mandarla. No se que es lo que pretendo. Tal vez me paré afuera y dejé que el viento se la llevé. Este viento es lo suficientemente fuerte para alcanzarte, para viajar a través del Sur pasando Tsibeya, para escalar El Petrazoi, y hacer su camino por las calles de Os Alta. Este viento no se detendrá por puertas o guardias. Escalará tu torre y hará sonar la ventana de tu habitación, o la deslizará en una puerta secreta y la llevará hasta los barrotes de tu celda. Levantará tu cabello, y rozará tú mejilla y tal vez mirarás arriba y me escucharás.


Quizás por eso escribí esta carta, Alina. Quizás es una promesa, de que viviré mañana y el día después de ese, y de alguna manera, no importa lo que cueste, te veré sana y salva otra vez.

 

 

M.



Esta carta es parte del material extra de la edición en inglés de "Sombra y hueso".





0 comentarios:

Publicar un comentario